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ESTO ES DE LOCOS¡¡¡¡

IN MEMORIAM

En la vida, hay algo que ninguno de los que estamos aquí podemos (y creo que ni debemos) adivinar, claro está que todos queremos saberlo, ese algo es nuestra fecha de caducidad. Ese día que todos, ricos, pobres, creyentes, agnósticos, todos sin duda, tenemos marcado en nuestro calendario. Ese día en el que los que nos quieren vierten ríos de lágrimas y los que nos odian descorchan su mejor champán. Esa es la ley de la vida, nada de lo que ocurre deja indiferente a nadie, salvo al que le ocurre. Puede que mientras se escriben estas líneas la vida de muchas personas se esté marchando de este mundo y la de otras muchas iniciándose, que sentimientos más contrapuestos ¿verdad? Lo único cierto es la realidad, nuestra percepción de la realidad, por eso creo que en honor a la vida, a los que se van, a los que están llegando, debemos disfrutar cada segundo de aire que entra en nuestros pulmones, porque sin ese aire, sin esa pizca de vida que nos otorga el sabernos poseedores del mejor regalo del mundo, no somo absolutamente nadie.

Aquella cadavérica mujer, cuando su craneo cubre con la negra capucha y esgrime su guadaña, no entiende de pobres ni de ricos, ni de buenos ni malos, tiene un trabajo y viene a cumplirlo, por eso, debemos ser felices, no hacer mal a nadie y evitar que nos lo hagan. Para que cuando esa señorita de dedos largos y huesudos se acerque para darnos el último beso podamos mirarla a los ojos y decirle que empezamos un nuevo viaje, dejando atrás millones de maravillosas aventuras. Y podamos incluso sonreirle mientras nos mira. Puede ser un día, pueden ser dos, o tal vez tarde en venir casi un siglo, pero el día que venga, que no disfrute viendonos hundidos, sino todo lo contrario, felices por lo que dejamos, si no hacemos eso, toda nuestra vida no habrá valido para nada. Sé feliz Puerta, lo hicistes bien., estés donde estés.

WALTER HEGOR

Escrito a las 14:45 min sabiendo ya que había fallecido. DEP

1 comentario

juan moro 10 -

y que el mar nos arrastre a la playa de la orilla que buscamos