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ESTO ES DE LOCOS¡¡¡¡

El niño de los planetas (based on principito)

 

Erase una vez un pequeñito niño que vivía en la estrella que más brillaba del universo, un niñito, que tenía 356 años de edad. Desde su estrella veía como la vida pasaba, desde su estrella era testigo de todo cuanto acontecía, desde su estrella en la que siempre había estado solo. Hubo varias constelaciones que se le acercaron, primero fue tauro, géminis, sagitario... pero todas, absolutamente todas, a medida que iban pasando las noches, cada amanecer, se marchaban, cada amanecer dejaban la inteligente conversación, volviéndole a dejar en su soledad. El jovencito nunca había sido consciente de lo absolutamente solo que estaba, y que la única compañía cierta y sincera que tenía era la suya. Un día las constelaciones que durante todos estos años le visitaban se acercaron. Lo miraron y le estuvieron riendo las gracias y haciéndole compañía, mientras él, en su interior, se sentía triste de tener tanta compañía. Se sentía triste porque sabía que ninguna constelación se acercaba sincera a él, pues bien sabía que querían tener una estrella más dentro de ellas mismas y venía a robarle su hogar y dejarlo vagar por el espacio aún más solitario si esto era posible. El niñito comenzó a burlarse de las constelaciones, haciendo que brillase con tanta intensidad que casi parecía haber llegado el día. Con sus burlas y desdenes consiguió su objetivo y las constelaciones marcharon. Una vez más pudo quedar solo, como a fin de cuentas llevaba sus 356 años. Su pensamiento le recordó que nunca tuvo madre ni padre, que simplemente se recordaba allí, sobre su estrella, pensando en cómo vivían la vida los habitantes de los vecinos planetas que desde su estrella observaba día a día, mientras reían, mientras lloraban, mientras dormían. Él nunca había reído, ni sabía que eran los sentimientos. Una mañana amaneció enfermo, muy enfermo, apenas podía respirar, le faltaba el aire, a gatas caminó por su estrella, a la que vio oscura, no brillante como de costumbre. Tenían la misma enfermedad, la estrella estaba triste, triste de no pertenecer a ninguna constelación, triste de no ser una ficha de un maravilloso conjunto, triste de ser solo un lucero en la noche que anuncia la llegada de la Luna, triste de no ser nada, triste de ser una mera imagen reflejada. Lloró por primera vez el niñito de saber triste a su hogar y ahora comprobó su destino de guardián de la estrella, él era el encargado de que su estrella brillara, él era quien tenía que estar pendiente de que su estrella estuviera feliz. Pero no era por eso por lo que la estrella entristecía, nada tenía que ver con su niñito, era ella misma, que ni capaz se veía de pertenecer a nada, ni ser nada. Sabía que su brillo era la envidia de cualquiera, sabía que su forma de brillar era la envidia de todo el universo, pero... ¿de qué le servía ser la más brillante, si estaba solitaria? ¿de qué le servía ser la mejor si sabía que nadie en verdad la quería por su ser? Por eso había decidido dejar de brillar, porque ya no importaba si brillaba o si no brillaba, porque ya no importaba nada, porque ser brillante no le había servido para nada en 356 años, por eso había decidió dejar de brillar, porque en su recuerdo al menos se sentiría parte de algo.

 

 
QUE USTEDES LO DISFRUTEN
 
WALTER HEGOR 

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