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ESTO ES DE LOCOS¡¡¡¡

CAPÍTULO II (parte 1 del capítulo)

DUNARIEL DE ASTUN, EL VALEROSO.

Cuando Dunariel despertó ya era de día y no estaba en el terraplén sino se encontraba en una cueva, enseguida se acordó de su madre y... ¡de los orkos! Tal vez estuviera en la cueva de los orkos y estos le hubieran cogido. Dunariel no quiso moverse, prefirió mantenerse inmóvil prefería que pensaran que estaba muerto a que supieran que estaba vivo y acabasen con él.

 

- ¡Vaya,vaya, veo que estás despierto, Dunariel! – Dunariel quedó desconcertado al escuchar su nombre.- Seguramente no sabrás quien soy.

 

Dunariel se incorporó y miró hacia donde venía la voz frente a él había un hombre mayor, con una recortada barba blanca y frente a una marmita que desprendía un gracioso humo verde.

 

- ¿Quién eres?

- Descansa Dunariel, decansa pronto lo sabrás todo.

 

Dunariel se quedó dormido de nuevo y pasado el tiempo despertó y vio al mismo hombre sentado junto a él.

 

- ¿Quién eres?

- Yo soy el ermitaño de la montaña, ¿no te han hablado de mí?

- ¿Tú eres el ermitaño?

- Sí, pero puedes llamarme Varok, al menos así me conocían en Astun.

- ¿Entonces la leyenda es verdad?

- Sí.

- ¿Y por qué te viniste aquí?

- Quería ser mago, pero en el pueblo decían que los magos no existían y que no se puede ser algo que no existe.

- Ya, claro, algo parecido me pasa, pero tampoco existían los orkos para nuestro pueblo.

- Y no existían hasta que llegó Invgar.

- ¿Quién?

- Sabes Dunariel, tengo muchas cosas que explicarte. Cuando yo subí a esta montaña era un joven no mucho más mayor que tú, yo quería subir porque decían que esta montaña encerraba la sabiduría de los años y yo quería ser mago, para ser mago se ha de ser muy sabio, casi tan sabio como la vida y yo venía en busca de la sabiduría. Aquí vivía mi maestro, el mago de la montaña el protector de Astun, él velaba para que en nuestro pueblo nunca ocurriera nada. Cada pueblo tiene a su protector y ahora yo era el de Astun. Invgar era el Protector de todo Gámolet, era el mago de los magos, la mejor y la magia más pura era la suya. Mi maestro era muy amigo de Invgar y juntos me enseñaron la mayoría de las cosas que sé. Invgar fue haciéndose cada vez más poderoso y empezó a usar la magia negra, o lo que es lo mismo, empezó a usar la magia para hacer el mal. Hacía que los pueblos entraran en guerra, ponían en guerras mágicas a sus protectores... Mi maestro decidió enfrentarse a Invgar, en un duelo mágico, siendo consciente de que esto le traería la muerte aunque esperaba que también se la trajera a su amigo.

- Y claro, Invgar salió vivo del combate.

- No, Dunariel, te equivocas, Invgar murió al igual que lo hizo mi maestro pero su fuerza aural era tan fuerte que su alma siguió en el aire de la tierra de Gámolet, eso y estar muerto es lo mismo pues cuando morimos nuestras almas siguen en el aire, en las plantas, e incluso en nuestras casas junto a nosotros, pero Invgar fue tan malvado que su alma se quedó sin un lugar donde ir. Esto hizo que cualquier mago pudiera devolverle a la vida, eso sí, le tendría que prestar su cuerpo pues el cuerpo de Invgar ya estaba muerto.

- Es decir, que Invgar está en el cuerpo de otro mago.

- Sí, pero no puede ser un mago cualquiera, ha de ser un mago casi tan malvado como él y con tal mal corazón pero que tenga menos fuerza mágica. Desde hace ya casi un año sentí que Invgar estaba vivo, pero no quise creerlo, no quería creer que un ser tan malvado volviera a pisar Gámolet, pero lo ha hecho.

- ¿Y los orkos?

- Los orkos son creación de Invgar su magia es tan fuerte que le permite concebir vidas a partir de cualquier cosa, pero tienen su mentalidad, es decir, son malvados y crueles tal y como los describen los cuentos. Pero la magia de Invgar no llega solo a los orkos, también crea dragones que adiestra para destruir, tengo que enseñarte una cosa, sígueme.

 

Dunariel se incorporó y marchó tras Varok hacia una zona más oscura de la caverna, Varok elevó su mano y sobre su palma apareció una esfera ardiente que desprendía una luz muy fuerte.

 

- ¿Hacia donde vamos? – preguntó Dunariel.

- Pronto lo sabrás.

 

Dunariel y Varok anduvieron durante largo rato, Dunariel se fijó más detenidamente en Varok, este ser parecía un hombre muy mayor con una corta barba blanca, unas ropas desaliñadas y totalmente roídas, su color, si alguna vez lo tuvo, hubo de ser el gris pero ahora era un gris verdoso. Varok no tenía sombrero, ni gafas, ni cayado como siempre describían los libros a los magos, ni tan siquiera una túnica, Varok era una persona normal pero muy mayor, es más si no supiera Dunariel que era mago, lo habría confundido con un viejo desgarvado.

 

- Ya hemos llegado, mira allí – Varok lanzó la esfera de luz contra una esquina de la estancia e hizo que en esta hubiera una luz casi del día.

 

Dunariel miró hacia donde el mago señalaba y en la esquina de la estancia había una cría de dragón gris acurrucada, Varok le hizo un ademán con la mano para que se acercara, Dunariel pegó la espalda a la pared asustado.

 

- Dunariel, no te asustes, mira acércate, creo que viste a su madre ¿me equivoco? – Dunariel asintió con la cabeza – Hará tiempo decidí salir a buscar a Invgar pues su magia se sentía cada vez más fuerte y parece que él se dio cuenta de que lo estaba buscando. Cuando llevaba andando muchos días me encontré con un nido de dragón y no dude ni un momento sobre quien lo podía haber creado, en él había un huevo, decidí cogerlo, tal vez aún estuviera a tiempo de evitar un ataque de dragones, tal vez fuera el primero, pero no era así. Cuando conseguí volver a la montaña me encontré a un dragón gris haciendo guardia, sobrevolando la montaña, conseguí crear un conjuro para que no se viera desde el pueblo.

- Pero yo lo vi.

- Ya lo sé Dunariel, pero no sabemos si fue antes de que yo lanzara el conjuro o después. El dragón era la madre del huevo que sostenía en mis brazos, parecía que Invgar la había lanzado en mi busca y consiguió encontrarme, tuve que luchar con ella hasta que conseguí que se marchará acobardada. Al poco tiempo el huevo eclosionó y aproveché para instruir al pequeño en el arte del bien y eso es lo que estoy haciendo saluda a Ala de fuego.

- ¿Ala de fuego?, no me gusta su nombre – dijo Dunariel.

- Ni a mí, pero era el único nombre que encontré acorde.

- ¿Y qué le das de comer Varok?

- Pues lo estoy educando para que no coma carne, estoy consiguiendo que coma vegetales aunque de vez en cuando tengo que darle algo porque si no... se pone insoportable. Vámonos

- ¡Espera!

- ¿Qué?

- Puedo acariciarlo.

- Inténtalo – Varok emitió una leve sonrisa permitiéndoselo.

 

Dunariel le pasó su mano sobre el hocico húmedo ante lo que el dragón bramó, después le tocó los pequeños cuernos que le estaban naciendo en la cabeza y el dragón sonrió.

 

- Vámonos – Varok comenzó a andar con las esfera ardiente en la mano.

- Hasta luego ala de fuego – dijo Dunariel, el dragón contestó con un pequeño bufido – ¡Espera Varok!.- Dunariel apretó a correr.

 

En menos tiempo que antes volvieron a la estancia principal, Dunariel se sentó en la cama perdió la mirada, y comenzó a hablar.

 

- Tengo que ir al pueblo, pero tengo miedo de lo que pueda encontrar, o mejor dicho de lo que no pueda encontrar.

- Te entiendo Dunariel, yo intenté lanzar un conjuro desde aquí para ahuyentar a los orkos, pero fue demasiado tarde, muchos ya habían muerto, entonces te vi caer por el terraplén y decidí salvarte, bajé rápidamente la colina y llegué justo antes de que aquel orko te diera el golpe de gracia.

- ¿Orko?

- ¿Con que crees que tropezaste?

- Con la raíz de algún árbol, con alguna piedra.

- Pues no, fue con un orko que te estaba esperando agazapado, le lancé un conjuro muy simple y salimos corriendo, te has llevado inconsciente dos días.

- ¿Dos días por un simple golpe?

- No fue un simple golpe, los orkos son criaturas mágicas y sus golpes no son golpes normales, tú fuiste golpeado por una criatura mágica y nunca antes te habías enfrentado a una criatura así, no sabíamos como ibas a reaccionar, bastante bien has reaccionado.

- ¿Podemos bajar al pueblo?

- Sí, pero bajaré contigo, no creo que te guste lo que vas a ver.

 

Varok y Dunariel bajaron la montaña tranquilamente mientras la mente de nuestro pequeño amigo recordaba las imágenes de aquella terrible noche, recordaba como aquel guerrero de Gámolet subido en su caballo blanco asestaba golpes de espada a su izquierda y derecha, recordaba a su padre subido en aquel caballo marrón que tantas veces había cargado hierro, ahora era su padre el que estaba a lomos de aquel caballo y portando armas.

 

Mientras pensaba llegaron a Astun y el paisaje no podía ser más desolador. Donde antes se levantaba la taberna del gran oso sólo quedaban amasijos de madera y cenizas, la pequeña muralla que rodeaba al pueblo sólo podía intuirse debido a los pequeños despojos que quedaban de ellas, las casas del pueblo estaban totalmente calcinadas y destrozadas, Dunariel no pudo evitar acercarse a lo anteriormente había sido su casa y la herrería de su padre. No quedaba nada de ella, su casa no era más que un conjunto de tosca madera y entre ella se podía vislumbrar el escudo que el padre de Dunariel había usado en la batalla, el escudo tenía un dibujo en su cara anterior, parecía una heráldica familiar y a su alrededor había una inscripción en el idioma antiguo de Astun.

 

- Varok, ¿Sabes lo que dice esta inscripción?

- Claro que sí, ese es el idioma que se hablaba en Astun cuando yo me marché. Dice esto: “Este es el escudo de Dunariel de Astun, el valeroso, el te llevará a la victoria”.

- ¿Dunariel de Astun? ¿Quíen es ese que tiene mi nombre? ¿Por qué mi padre tiene su escudo?

- Dunariel, parece que tus padres no te contaron todo sobre tu familia ¿no?

- ¿Qué tendrían que contarme?

- Dame la mano.

 

Dunariel acercó su mano a la de Varok que con su mano libre hizo un círculo en el aire marcado con su dedo índice, mientras musitaba entre dientes unas palabras que Dunariel no alcanzaba a entender, parecía que más que hablar estuviera maldiciendo a alguien. Dunariel sintió que los pies se le despegaban del suelo y que este desaparecía transformándose en una espiral azul y blanca que le rodeaba por todos lados, Dunariel tuvo que cerrar los ojos aterrado y así siguió un buen rato hasta que de nuevo tocó el suelo. Entonces comenzó a abrir los ojos muy lentamente y a medida que los abría iba reconociendo ante él a su pueblo tal y como él lo recordaba. Frente a sus ojos volvían a estar todas las casas en pies, el olor del bosque se hacía cada vez más grande.

 

- ¿Has reconstruido Astun, Varok?.

- No, Dunariel he viajado al pasado, hace ya muchos, muchos años, quiero que sepas la historia de tu familia. Hace mucho, mucho tiempo, yo aún no había nacido, hubo una gran guerra en Gámolet, una guerra que se quiso olvidar totalmente, una guerra de la que los libros no hablaron siquiera. Se llamó la Guerra Eterna, porque parecía que nunca iba a acabar. En ella la magia también tuvo mucho que ver, ven, vamos a tu casa.

 

Dunariel y Varok caminaron hasta la casa de Dunariel hasta la herrería del pueblo, al llegar Dunariel vio que no estaba la herrería.

- Pero... ¿mi familia no fue siempre de herreros?

- No, Dunariel, este es uno de tus primeros antepasados y se llama como tú, tú te llamas así por el, aquí vive Dunariel de Astun, uno de los hombres más valientes de todo Gámolet y caballero de Gámolet.

- ¡Caballero de Gámolet! ¡En mi familia hubo un caballero de la corona!

- Sí y era el principal caballero del ejército, nadie manejaba la espada y el escudo como lo hacía él, mira dentro, allí, sobre la chimenea – Dunariel miró por la ventana - ¿Reconoces ese escudo?

 

Sobre la chimenea de la casa estaba el escudo que Dunariel había tenido momentos antes sobre sus manos, aquel que usó su padre en la batalla.

 

- Aquel escudo lo mandó forjar con hierro de mi montaña y mi maestro le lanzó un conjuro para que soportara los golpes mágicos, Dunariel de Astun respetaba a mi maestro y mi maestro sentía un gran aprecio por él.

- ¿Y qué pasó en la guerra eterna?

- La guerra eterna se libró en suelo mágico, en él se dieron cita todo tipo de criaturas que puedas imaginarte desde las más malvadas a las más puras, incluso lucharon elfos en el bando de la pureza.

- ¿Elfos?

- ¿Acaso nunca has oído hablar de ellos? – Dunariel negó con la cabeza – Los elfos son unas criaturas hermosas, de cabello como el oro y como la plata, sus rostros son tan blancos que desbordan pureza y sus ojos tan hermosos que de verlos entran ganas de llorar de envidia. Son altos y delgados y tienen unas orejas puntiagudas, aman a la naturaleza y viven con ella y en ella, ellos son un invento de la naturaleza. Manejan el arco con destreza y luchan sólo por el bien, odian las guerras.

- ¿Qué era aquello del bando de la pureza?

- En la guerra existieron dos bandos, el bando de la pureza, donde lucharon los caballeros de Gámolet, los magos puros, los elfos, los unicornios y los pegasos. Existió también el bando de la maldad y fue donde lucharon los magos oscuros, los caballeros que odiaban a todo el mundo, los orkos y toda clase de bestias inmundas. El bando de la pureza fue dirigido por Dunariel de Astun, que se ganó el sobrenombre del valeroso y el bando de la maldad fue dirigido por Rástarov, un caballero creado por los magos oscuros para liderar las fuerzas del mal. La batalla fue muy dura, murieron muchos elfos y muchos caballeros de Gámolet, el bando de la pureza daba ya la batalla por perdida. Entonces Dunariel de Astun montó en un pegaso que levantó el vuelo hasta el cielo, Dunariel llamó la atención de Rástarov que montó en un dragón hasta donde se encontraba el valeroso y entablaron una lucha terrible cuerpo a cuerpo, espada contra espada, los elfos que quedaban vivos comenzaron a lanzar flechas al dragón de Rástarov y Dunariel con un certero golpe de su espada consiguió deshacer el hechizo que había creado a Rástarov, los orkos al sentirse sin líder comenzaron a luchar entre ellos aniquilándose, los magos fueron controlados por los magos puros y poco a poco fueron restableciendo la normalidad.

- Entonces ese Dunariel era de mi familia ¿no?

- Sí, pero cuando terminó la Guerra eterna, el decidió dejar los caballeros de Gámolet y dejar su legado a su hijo pidiéndole que le prometiera que nunca se haría caballero y así lo hizo. Dunariel de Astun abandonó el pueblo para ir a la montaña a vivir con mi maestro y aprender algo de magia, yo llegué a conocerlo y estoy seguro que estaría orgulloso de ti y de tu padre.

- Yo fui un cobarde, en vez de luchar huí a pedir ayuda.

- Eso era lo que tenías que hacer ¿qué hubieras hecho tú contra los orkos? Fuiste muy valiente al internarte entre la maleza aquella noche tal y como era la situación, cualquiera no lo hubiera hecho.

- Pero escuché a mi madre gritar – Dunariel comenzó a llorar, Varok lo apretó contra su pecho.

- Tranquilo Dunariel, todo aquello ya pasó, además quisiste correr más para encontrar ayuda antes y así poder ayudar a salvar tu pueblo, no podías hacer otra cosa, eres solo un niño.

 

Dunariel lloraba con fuerza apoyado en el pecho de Varok, cuando se apartó pudo ver a su alrededor que no quedaban más que cenizas y maderas, ya habían vuelto y no había notado en esta ocasión ni tan siquiera despegarse los pies del suelo. Dunariel se acercó a los despojos de su casa y cogió el escudo, lo miró anhelante y lo colocó bajo su brazo.

 

-¿Nos vamos? – dijo Dunariel.

- De acuerdo dijo Varok.

 

to be continue...

(por petición expresa) 

1 comentario

magnica -

y ahora donde se irán Dunariel y Varok???

pd: ala de fuego me gusta, sabía que el dragón sería bueno, y seguro les ayudará.

to be continue...
saludos!!