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ESTO ES DE LOCOS¡¡¡¡

CAPITULO II (2 parte, de regalo y agradecimiento)

Los dos compañeros comenzaron a subir la montaña hasta llegar a la caverna donde vivía Varok, mientras subían la montaña Dunariel sentía como si el escudo vibrara bajo su brazo, como si quisiera advertirle de algo, Dunariel se detuvo en seco, cogió el escudo con ambas manos y lo miró.

 

- ¿Qué te pasa? – le preguntó Varok.

- No sé, me siento raro con este escudo.

- Claro, ten en cuenta que es un escudo mágico, supongo que tu padre conocía la historia y lo utilizó.

 

El mago siguió subiendo y Dunariel lo siguió pero antes de llegar a la caverna se frenó en seco, en esta ocasión fue Varok el que lo hizo.

 

- ¿Qué ocurre? - preguntó Dunariel en un susurro.

- Hay orkos arriba, lo siento.

- ¿Más orkos?

- Shssst. Dunariel, quédate aquí, voy a subir y a librarme de ellos.

 

Dunariel asintió con la cabeza y Varok comenzó a subir muy despacio, Dunariel comenzó a subir detrás de él hasta un lugar desde el cual se podía ver la caverna, Varok estaba agazapado en la entrada y de repente se puso en pie. Dunariel escuchó un grito sordo proveniente de la boca de los orkos que lo habían vislumbrado y rápidamente salieron fuera con las hachas en alto, Varok levantó los brazos y comenzó a hablar en ese idioma que no se le entendía nada, lo siguiente que pudo ver Dunariel fue un rayo de luz que lo cegó por un momento, cuando volvió a ver no existía ni el más mínimo vestigio de los orkos ni signos de batalla. Varok seguía en pie y con los brazos en alto, de repente comenzó a tambalearse y se cayó al suelo. Dunariel salió corriendo hacia Varok.

 

- ¡Varok, Varok!, ¿cómo estás?

- Estoy bien pequeño pero un poco cansado, ayúdame a incorporarme –Dunariel le prestó su brazo para que se apoyara y Varok se incorporó – Luchar contra la magia es muy cansado, además la magia de Invgar es demasiado fuerte para cualquiera. La fuerza de su magia reside en su maldad. Cuanto más mal hace más fuerte es su magia, esos orkos buscaban algo.

- ¿Vendrían por ala de fuego?

- No Dunariel, venían por ti.

- ¿Cómo?

- Invgar teme que seas el nuevo Dunariel de Astun y que al igual que tu antepasado acabó con Rástarov tú acabes con él.

- Pero si solo soy un niño.

- Por eso, prefiere matarte ahora que eres sólo un niño a esperar a que crezcas. Lo que no sabe es que yo soy tu protector, de hecho estos orkos no tenían conciencia de donde estaban, ellos saben que tú estás vivo y creyeron que te esconderías por las zonas cercanas al pueblo, por eso buscaron en esta cueva. Pero ahora Invgar sabe que estás conmigo, su magia se ha confrontado con la mía, hemos de irnos.

- ¿Hacia dónde?

- Hemos de ir en busca de Aldoán el mago.

- ¿Aldoán el mago?, ¿también es protector de otro pueblo?

- Sí, él es el protector de Saryá.

- Saryá, ese pueblo es famoso por sus valerosos guerreros, dicen que incluso tienen su propia escuela de guerreros.

- Sí señor y Aldoán es el que cuida de todos ellos.

- Varok, ¿dónde me encontraste, había una bolsa?

- Sí,

- ¿Y la recogiste?

- Ahí la tienes junto a la cama – Dunariel se acercó a la cama - ¿qué tienes en esa bolsa?

 

Dunariel sacó muy lentamente la pequeña rodela que había sacado del taller de su padre y la depositó sobre la cama, parecía un pequeño plato junto al escudo de Dunariel de Astun, poco después sacó la espada corta que también había cogido y la puso sobra la cama.

 

- Vaya, parece que ibas bien armado – Varok comenzó a reírse con una tos seca.

- Es lo primero que encontré.

- Pues quizás te haga falta más adelante, pero no tal y como las tienes ahora mismo.

 

Varok tomó entre sus manos el escudo de Dunariel de Astun y lo examinó durante rato, su mano iba de su barba al escudo una y otra vez como si fuera un ejercicio de repetición, sus ojos grises se empequeñecían cada vez que miraba el escudo, fijaba su mirada y la volvía a perder en algún punto lejano.

 

- El conjuro de este escudo está ya un poco flojo, no creo que soporte muchos más enfrentamientos mágicos, vamos a intentar renovar el conjuro.

- ¿Cómo?

- Voy a lanzarle el mismo conjuro otra vez, es cuestión de concentrarse.

 

Varok se sentó junto a la cama y comenzó a musitar palabras extrañas a la vez que pasaba las manos sobre el escudo. Dunariel tenía la mirada puesta en el escudo esperando alguna reacción mágica, pero el escudo lo único que hacía era brillar cada vez que Varok pasaba sus manos sobre él, cada vez brillaba con más fuerza, parecía que nunca hubiera recibido un golpe. Finalmente Varok dejó de pasear sus manos sobre el aire del escudo y las puso sobre sus rodillas.

 

- Dunariel, pon tu espada sobre el escudo.

 

Dunariel hizo lo que Varok le había pedido y Varok comenzó a hacer lo mismo que con el escudo, la hoja de la espada reflejaba la cara concentrada de Varok, mientras Dunariel veía que cada vez era más brillante, le recordaba al río del bosque cuando el agua del sol le daba directamente.

 

- Ya está Dunariel, tus armas tienen el mismo conjuro que tuvieron las armas de tu querido antepasado, ya es hora de partir, pero antes vamos a soltar a ala de fuego y vamos a ver una cosa.

 

Varok y Dunariel volvieron a los pasillos cavernosos por los que fueron a ver a ala de fuego, pero esta vez pasaron de largo del pequeño dragón y siguieron bajando más, de repente se encontraron en una sala muy grande y muy fría, tan fría que a Dunariel se le helaron los huesos. Varok volvió a lanzar la esfera ardiente contra la pared e hizo que se transformara en una estancia totalmente clara como la luz del día.

 

La sala era una sala enorme, las paredes estaban tan distantes la una de otra que se podía correr hasta cansarte para llegar de una a la otra. El centro de la habitación había una especia de cofre muy, muy grande de piedra, un poco más alto que Dunariel. Dunariel subió una pequeña escalinata que había ante el cofre y leyó la inscripción que había en la tapa.

 

“Aquí yace Dunariel de Astun, el valeroso, caballero de Gámolet, dirigente del bando de la Pureza en la Guerra Eterna, el que terminó con Rástarov y devolvió la paz, descansa en paz”

 

Bajo la inscripción se podía ver el mismo dibujo que tenía el escudo que Dunariel había encontrado, los alrededores del sarcófago estaban adornados por escenas de la Guerra Eterna uno de ellos representaba a Dunariel el valeroso a lomos del pegaso y junto a él un enorme dragón con un hombre sobre él. Dunariel adivinó que era Rástarov y su mente se turbó. Rástarov era un hombre sin rostro, muy alto y corpulento, su pelo era negro y andrajoso y no llevaba ningún tipo de casco. Su piel parecía negra como el cielo en la noche y su mirada parecía petrificar a cualquier corazón. Dunariel de Astun se parecía mucho a Dunariel, sobre todo en el pelo y en la delgadez, pero la mirada del valeroso era fiera, tan fiera que si no fuera del bando de la pureza daría más miedo que Rástarov.

 

- Fue un gran hombre y vivió durante muchos años, encontró la sabiduría de la montaña, cosa que no muchos saben encontrar, pero decidió descansar, decidió que ya no le merecía más la pena estar aquí, que ya era hora de descansar y entonces fue cuando Invgar se transformó en lo malvado que es ahora. Sabía que si Dunariel de Astun estaba muerto el tendría el campo libre para hacer lo que quisiera, pero no contaba con mi maestro, no creía que fuera capaz de hacerle frente entregándole la vida, pero si fue capaz. No contaba contigo Dunariel, ni con que tú tuvieras las ansias que tienes por ser guerrero, la sangre de Dunariel de Astun, viaja por tus venas.

 

- Es cierto – una voz resonó en la estancia con un eco ensordecedor. Varok, reconoció la voz.

- Buenas, Dunariel de Astun.

- Hola Varok, contestó la voz.

- Tengo que presentarte a alguien, seguro que ya lo conocerás. Se llama Dunariel y también es de Astun.

- Hola Dunariel, ¿cómo estás?

- ¿Quién eres?

- Soy tu antepasado Dunariel de Astun, el valeroso.

- Pero... ¿tú estás muerto?

- Dunariel, la muerte sólo puede alcanzar a los cuerpos pero no a las almas. Sé la pena que te afecta al ver nuestro pueblo destruido, pero está tranquilo, pronto volverá a estar como antes. No dejes que su recuerdo te consuma Dunariel.

- Pero, no hay nadie, en Astun, ¿quien lo va a reconstruir?

- Paciencia hijo, paciencia. Dunariel, están a punto de llegar tiempos muy duros, tan duros como aquellos años de la Guerra Eterna, Invgar es muy malvado, no reparará en hacerte daño, le tiene miedo a nuestra familia porque nos ha visto hacer grandes cosas. Veo que has encontrado mi escudo.

- Sí, y Varok ha vuelto a hechizarlo para que soporte los golpes.

- Dunariel, veo que eres muy valiente para lo pequeño que eres. Pero eso no importa, un guerrero no se mide por su aspecto sino por la valentía de su corazón. Y parece que ahí tú tienes más fuerza de la que yo espero o de la que espera  la gente. Dunariel, quiero que recuerdes una cosa, por tu cuerpo corre sangre de Caballero de Gámolet, así que espero que no defraudes a Varok ni a tu pueblo, ahora marcháos, Aldoán  os está esperando en Saryá, aprisa, la magia de Invgar comienza a ser demasiado fuerte y a estar demasiado cerca.

 

De repente la estancia quedó totalmente a oscuras, como si en ella nunca hubiera habido el menor haz de luz, parecía una habitación en la penumbra, como si en ella no hubiera nada, Dunariel volvió a sentir el frío que había sentido momentos antes.

 

Varok y Dunariel recorrieron el camino en esta ocasión en sentido contrario al que lo habían hecho anteriormente. Al llegar a la altura de ala de fuego se pararon. Ala de fuego levantó la cabeza para ver lo que ocurría y emitió un leve bufido en señal de aprobación, Varok comenzó a acariciarle el morro mientras Dunariel miraba expectante.

 

- ¿Qué vas a hacer con él?

- Está preparado para no hacer daño a nadie, seguramente volverá al nido e Invgar lo volverá un dragón preparado para luchar.

- ¿No podemos evitar eso?

- Mucho me temo que no, la única solución sería matarlo y yo no estaría dispuesto a hacerle daño. Ahora vamos a subir con él a la cima de la montaña y nos marcharemos para Saryá.

1 comentario

magnica -

ayssss se me ha hecho corto... quiero más!!! :D
que mala suerte has tenido Walter hegor, te has buscado una lectora impaciente, cuando empieza un libro poco le dura entre sus manos( si le gusta, por supuesto)